lunes, 8 de noviembre de 2010

Concurso de Modelismo en Donosti.

Sí, este año se va a celebrar en 3º Concurso de Modelismo Ciudad de San Sebastián organizado por AGME, asociación a la que pertenezco.


Será durante los días 3, 4 y 5 de Diciembre en el colegio Mundaiz, una ubicación en pleno centro de Donosti, con amplio espacio expositivo, y facilidades de acceso y aparcamiento. Además del concurso habrá puestos de venta del hobby, podrá verse una exposición, montar en algún vehículo militar, participar en una ruta de pintxos...
 Se repartirán numerosos premios en materiales de modelismo y, por supuesto, las codiciadas txapelas con borla de oro, plata y bronce para quienes las merezcan.
Tenéis más información en este enlace a la web de AGME.

¡Yo que vosotros no me lo perdía!

Para más información podéis dirigiros al contacto de la web o a este mismo blog.


sábado, 6 de noviembre de 2010

Proceso completo de creación de Lu Bu, figura de 90mm. (3ª parte: Pintura y ambientación)

Para la fase de pintura era importante concretar la identidad del personaje y, una vez fijada, buscar documentación gráfica relativa a él. Los elementos aportados en la fase anterior, lanza y plumas características, determinaban sin duda esta identidad: Se trataba de Lu Bu.
Se puede encontrar alguna documentación gráfica antigua sobre el personaje pero, desgraciadamente, se trata de ilustraciones sin colorear. En Internet hay abundante versiones gráficas de él, ha sido protagonista de videojuegos, juguetes, figuras, cartas de colección, y también aparece en varias películas chinas. Salvo unos pocos elementos comunes, los colores de la vestimenta son distintos en todos esos ejemplos. Con estos antecedentes decidí crear mi propia versión de Lu Bu, decorándolo ricamente, no en vano era un señor de la guerra, tomando elementos de las artes decorativas chinas de la época.
Para probar la entonación general realicé algunas pruebas de color. Luego concreté los tonos a utilizar en el boceto que muestro a continuación:

Como puede observarse hay tres colores predominantes: el rojo, el azul y el verde, y también ocupa gran espacio el cuero granate de las protecciones. En este boceto también definí los motivos de los estampados, basándome en referencias de la época.

Con esa imagen como guía, me puse a trabajar sobre la figura. Realicé la imprimación con mi habitual esmalte gris mate y comencé a cubrir las primeras superficies con acrílicos Modelcolor.
La aplicación de la pintura y las técnicas de subidas de luces ya han sido descritas en otras entradas así que no me extenderé en ellas, aunque sí mostraré algunas fotos del proceso.

 Primeros tonos y subidas de luces en grandes superficies.


Pintura de nuevos elementos y primeros estampados.
La pintura del terreno está muy avanzada pues la uso como desahogo del tedio de las anteriores tareas.

  Continúo con nuevos estampados y luces y sombras en los metales. Aproximadamente tres días de trabajo.

 En esta vista posterior se puede observar el motivo decorativo que también se repite en el faldón delantero; se trata de la síntesis de un escarabajo tomada de láminas de la época. También puede verse el relicario decorado y sujeto con cintas de seda, así como la fijación, también de cintas, de la espada.

 En esta se observa la figura ya terminada, los estampados en forma de crisantemo de la túnica la completan, y se le han añadido las plumas, la lanza y los colgantes decorativos de las armas.


 Detalle de la pintura del rostro. 


 Una imagen completa de la pieza terminada.


 En esta pueden verse claramente los elementos añadidos para completar el terreno. Como se encuentra en las riberas de una charca, decidí añadir unas cañas de bambú tras la figura, que la sitúan en ese ambiente y le sirven como fondo y marco visual. Se trata bambú auténtico, ya que los extremos de los brotes de esta planta tienen ya definidos los nudos y la forma de la caña adulta, como si fuesen una reproducción a escala. Tan sólo tuve que pintarlos adecuadamente. Completé la vegetación con líquenes de modelismo y algo de hierba estática.


 El brillo del agua estancada se obtuvo con una mezcla de barniz brillante y satinado, extendiéndolo en varias capas hasta obtener el efecto deseado. Ya sólo restaba ajustarla a su peana definitiva.


 La figura en su peana definitiva.



Sabréis por las entradas anteriores que se encargaron un molde de la pieza y varias copias en metal blanco, lo que ha posibilitado que se realicen versiones de ella, como la de mi amigo Aitor Eguibar, reputado modelista al que debo gran parte de lo que sé sobre este trabajo.

Impresionante transformación de la figura para convertirla en Guan Sheng, otro mítico guerrero chino. Pueden observarse las diferencias en el arma, el casco y otros pertrechos, y el añadido de la capa de leopardo.

 La gruesa capa de nieve y los colores oscuros y fríos transmiten perfectamente la atmósfera invernal. Es de destacar el hallazgo escénico de las enormes cañas de bambú: Sirven como freno visual, prolongan la escena en una insólita dimensión vertical y además su verdor fresco e intenso contrasta con los tonos neutros de la figura y rompe la monotonía cromática de la nieve.


Aquí se aprecian perfectamente las diferencias entre ambas piezas.

La pintura de esta pieza fue una tarea larga dado su gran tamaño, sus numerosos elementos, y la profusión de estampados que la adornan, y la realicé aproximadamente en seis días. Se expuso para su venta en el escaparate de la juguetería Antón, en la Parte Vieja Donostiarra y fue objeto de un artículo con entrevista que mostré en una entrada anterior.

  La figura en el escaparate de Antón, rodeada de otras miniaturas.

La pieza ya se vendió y actualmente me encuentro realizando otra versión.

Con esta tercera parte concluye el artículo dedicado al proceso completo de creación de esta obra. Podéis consultar cualquier duda en los comentarios o en la dirección de contacto que encontraréis en el blog.

miércoles, 28 de julio de 2010

Proceso completo de creación de Lu Bu, figura de 90mm. (2ª parte: Modelado, reproducción y montaje)



Tras terminar la cabeza pasé al modelado de las piernas, comenzando por las botas. Esta es una tarea delicada pues han de quedar lo más simétricas posible y, como el material que debía representar era el cuero, no habría muchos pliegues que disimulasen los fallos. Las realicé, luego las pulí finamente para representar un material curtido, y les grabé marcas de costuras.


Pasé a los pantalones donde usé mucha masa para representar unos grandes bombachos de tela fina, con pliegues amplios y redondeados. Luego cubrí la parte superior hasta la cintura modelando pliegues más duros, para simular los bajos de la túnica de guerrero.
Este proceso lo realizaba por separado en cada una de las piernas, comprobando a menudo que los añadidos no obstruían la zona de unión ya definida entre ambas.

Terminadas las piernas proseguí con los brazos. Uno lo modelé junto con el torso, pues la amplitud de la manga lo unía a él. El otro por separado, aunque con múltiples comprobaciones sobre su encaje, para lograr que la caída de la tela fuera natural y coherente con su posición definitiva.


Para modelar las enormes hombreras del personaje realicé dos placas de masilla, que superpuse y recorté para que fueran iguales. Grabé sobre ellas los detalles y, cuando empezaban a endurecerse, las coloqué sobre los hombros del guerrero para adaptarlas a su forma. Una vez endurecidas les añadí los flecos y algunos detalles más. Cuando estos nuevos elementos fraguaron las adherí a su posición definitiva, rellenado con masilla todos los recovecos y vigilando que los entrantes no provocasen retenciones de molde.

Con las hombreras ya terminadas, trabajé en el pañuelo que porta sobre los hombros y que encaja con estas. Luego añadí el enorme cinturón y los detalles del peto, y definí el encaje de la cintura con las piernas garantizando una posición estable. Los faldones delantero y trasero los modelé también aparte, con múltiples comprobaciones sobre su posición definitiva antes de que endureciesen.


Paralelamente a estos trabajos, modelaba la hoja y la contera de la alabarda, así como la espada, elementos realizados con aplicaciones de masilla sobre lámina de plástico. También los detalles como plumeros, colgantes y adornos de las armas, para los que usé alambres, aplicaciones de masilla y pequeñas piezas de plomo. Por último repasé todos los detalles, añadí masilla a los huecos, y pulí o satiné donde fuera necesario.

La figura montada, con todas sus partes unidas con Blue Tack, situada sobre su base provisional

La entregué profusamente despiezada para facilitar su reproducción, como ya he explicado. Acordamos no modelar una base definitiva, pues suele ser esta una pieza que se desecha, ya que los pintores gustan de crear un terreno propio para ambientar su miniatura; además así ahorraríamos material y complicaciones en el molde. La que se puede ver en las fotos de la figura montada es una base provisional, añadida sólo para que la figura se sostuviese en pie.



Tras la reproducción por molde, una vez montada, la figura presentaba este aspecto.


Dispuesto a crear una versión distinta, decidí modelar algunas cintas a semejanza de las que se observan en las ilustraciones, y una nueva sujeción para el relicario y la espada. También modelé una base con la intención de crear un terreno pantanoso, algo así como la ribera de una charca.




Sustituí las plumas de metal por otras confeccionadas con alambres cubiertos de plástico, de esos que sirven de cierre en muchos tipos de envoltorios. Tras documentarme sobre el tipo de arma que usaba Lu Bu, una lanza Ji, "La cortadora del cielo", decidí sustituir la cuchilla de la alabarda por una punta más acorde con la documentación encontrada.

Cuchilla de la alabarda en metal blanco, que sustituiré por la punta de la "Ji"

Bocetos de puntas de lanza para la figura.

Lanza con la nueva punta, plumas y adornos de las armas.

Una vez montada e imprimada para la pintura, la figura y sus accesorios, que decoré por separado, presentaban este aspecto:


En la tercera y última entrega describiré el proceso de pintura de la pieza, y la creación de la ambientación.



miércoles, 14 de julio de 2010

Proceso completo de creación de Lu Bu, figura de 90mm. (1ª parte: Modelado)

Esta es la primera parte de un extenso artículo que tratará sobre el proceso completo de realización de una figura de 90mm que ha sido, hasta la fecha, mi proyecto más ambicioso.

Se trata de un señor de la guerra del alto medievo chino, inspirado en Lu Bu, mítico guerrero del periodo de los tres reinos.


Empezando por el final, una imagen de la pieza terminada.

Describiré en esta entrada el recorrido que va desde la concepción de la idea hasta el principio de la fase de modelado, dejando para una segunda la finalización del modelado, y la pintura y creación de la escena para una tercera parte.


La figura tal y como se entregó para la realización del molde

Yo empecé en esto de "los soldaditos" modelando figuras. Tan sólo había probado a pintar una, y lo hice mal, por cierto, cuando me propusieron modelar unas figuras de Belén. Como vengo del sector del diseño gráfico, me interesa el arte y siempre he salseado un poco en el mundo de la escultura, cerámica y similares, me pareció que podría hacerlo. Se trataba de una escala grande, 120mm, y debería entregar varias copias. El colega modelista que me lo propuso me enseñaría a hacer los moldes, así que me pareció una oportunidad fabulosa para aprender todo el proceso.
Lo aprendí, realicé el trabajo, y luego lo intenté con figuras de 54mm. Modelé varias, hice moldes, vendí copias, y mientras tanto fui aprendiendo a pintarlas. Me gustó el asunto de la pintura, perfeccioné mi técnica, empecé a aceptar encargos, y poco a poco fui dejando de modelar. Como tengo familia y otro trabajo aparte del modelismo, me resultaba más cómodo pintar, ya que requiere menos tiempo e infraestructura que modelar.

No obstante, Jorge, de la Juguetería Antón, la tienda donde vendo la mayor parte de mi producción, me tentaba en cada visita con la posibilidad de modelar una pieza. Él quería una figura original e impactante para celebrar el 80 aniversario de la apertura de la tienda, toda una institución en Donostia. Antón es, junto con Labayen, responsable de la tradición del soldadito en esta ciudad, ya que fue en esta tienda donde comenzó a vender la producción de su taller.
Hace un par de meses disponía de tiempo y me dejé convencer.
Jorge había estado hojeando libros sobre guerreros orientales, japoneses, chinos y mongoles, había visto la peli "El acantilado rojo" y le apetecía tratar ese tema. Supimos de la existencia de El romance de los tres reinos, con sus decenas de héroes míticos y centramos la idea en un guerrero chino de 90mm.
Consultamos documentación y, salvo las recreaciones de las películas, no encontramos demasiada información gráfica fiable. Hay algún libro sobre soldados chinos medievales pero tiene pocas ilustraciones, basándose en algunas ya se han hecho figuras y, en general, aparecen uniformes muy sencillos y poco vistosos. Preguntamos a un amigo modelista y este nos enseñó unas láminas japonesas que al parecer representan héroes chinos de Los Tres Reinos, o guerreros de los 108 proscritos del Margen del Agua. Aquello ya era otra cosa; aunque su rigor histórico no fuera muy fiable, las imágenes representaban a aguerridos guerreros con variadas y llamativas vestimentas, muy adecuadas para realizar una figura impresionante.



Algunas de las láminas de guerreros chinos.

Nos decidimos por esa línea y me comprometí a modelar una figura inspirada libremente en esas láminas, con ese tipo de armadura y ropajes. Las principales condiciones serían que fuese en 90mm, proporcionada, anatómicamente correcta y situada en una pose de combate realista. Además debería entregarla con un despiece que permitiese su reproducción por molde.

Comencé probando posturas en un esqueleto de plomo blando, hasta que dí con una pose adecuada. Luego dibujé un bocetos de cómo podría quedar con unas ropas y armas similares a las que se mostraban en las láminas.


Este es el boceto con la pose elegida.

Elegí esta pose porque es limpia y directa, sugiere alerta y combate, lejos de las enrevesadas posturas de las láminas, y la lanza permite marcar una línea de acción clara y un plano de observación coherente.
Una vez fijada la posición troceé el esqueleto para obtener un despiece adecuado para el molde y comencé a cubrir la primera sección con masilla epoxídica.
Empecé por el torso por ser una pieza voluminosa que me ayudaría a proporcionar el resto.

Aquí se puede observar el torso con su armadura ventral en un estadio intermedio de modelado.

Para modelar la cabeza fijé su bastidor a un palillo de madera y comencé a cubrirlo de masila. Tenía documentación sobre el casco que quería modelar y realicé los adornos basándome en ella. La mayor dificultad de este proceso reside en el carácter geométrico y simétrico de los detalles, que requiere de un modelado muy preciso. Los accesorios como plumas o penachos los realicé aparte.

Modelo de casco común entre oficiales y generales

Para la cara consulté fotografías de rostros asiáticos, intentando captar sus características principales. Constaté que los chinos, además de los evidentes ojos rasgados, suelen tener el rostro más redondeado, menos proyección frontal, los pómulos más pronunciados y el mentón más huidizo. Incorporé estas características al modelado, tratando de dotarlo además de una expresión adusta y decidida, como correspondería a un guerrero heroico.


La cabeza con su casco casi terminada.

Proseguiré con el modelado del resto de la pieza en una próxima entrada.

jueves, 24 de junio de 2010

Mis diez minutos de fama... local.

Se da la paradoja de que algunos habréis llegado al blog por esta entrevista y otros conoceréis ahora la entrevista por este blog.

Si modelas un guerrero de leyenda has de usar proporciones heroicas.

Bueno, sí, el tipo entrevistado, el de la foto, soy yo, el autor de este blog.

Y sí, en un futuro pondré fotos del modelado y pintura de esa pieza.

viernes, 28 de mayo de 2010

Samurai con media armadura, White Models, 90mm

No me gustan las figuras de samurais. No me atrae su estética. Admito que permiten casi infinitas posibilidades de decoración y que una vez terminadas resultan vistosas, pero a mí casi siempre me parecen excesivamente barrocas y recargadas, y no soporto el aspecto de caja de regalos, con colorines y lacitos, que les confiere la armadura tradicional japonesa.


Acepté el encargo porque esta figura es un clásico que yo aún no había pintado y ya es muy difícil encontrarla en el mercado.


Al montarla uno se da cuenta enseguida de que no pertenece a esta época: uniones que van a tope, sin claves de posición, de pernos ni hablamos, cantidad inverosímil de piezas, base insulsa... hasta la textura del metal pertenece al pasado.


Si obviamos estos atrasos, la calidad de la fundición no es mala y se aprecian pocas distorsiones y rebabas. No obstante deberemos taladrar y fijar pernos en las uniones si no queremos que se nos desmonte en un descuido, pues se trata de una figura de 90mm y las piezas pesan lo suyo.


Yo opté por eliminar la base de la caja, que no aportaba nada, y modelé con masilla epoxídica un terreno, pues la pose me sugería combate en campo abierto.


Hay que reconocer que el detalle de la media armadura es original. El guerrero lleva los mínimos elementos imprescindibles para proteger sus partes vitales y poder desenvolverse y disparar el arco con comodidad.


De las placas del torso de la armadura Yoroi sólo conserva la que proteje el hígado, y de las mangas, Kote, la que evita que la cuerda del arco lesione el brazo. Confía el resto de la protección al uso que pueda hacer de la espada. En las piernas las Suneate para las espinillas y Haidate para los muslos, y sólo la Kusasuri que mantendrá en su lugar el carcaj de flechas.


No obstante me cuesta imaginar cómo podría apuntar con ese casco tan cerrado y esa visera tapándole los ojos...


Las proporciones de esta figura me parecen las lógicas para un japones medieval, un tipo chaparro y cabezón, lejos del canon tradicional europeo de las ocho cabezas de altura, y el modelado de los músculos es anatómicamente correcto, en un claro esfuerzo de Stefano Borin por una escultura naturalista.
La pose ya es otro cantar... A mi entender resulta forzada e histriónica. Ese giro tan exagerado del torso mientras mantiene las piernas rectas y bloqueadas es antinatural. Y más si ambos brazos se dirigen hacia atrás.


Además no hay una línea de acción clara; el movimiento no sirve a ninguna intención. Y también provoca que la figura no tenga un plano de observación preferente, con lo que se pierde la efectividad del gesto y la calidad decorativa.


Si colocamos el foco en su rostro, en su mirada, el cuerpo nos ofrece un perfil esquivo con las diagonales del arco y las flechas cortándolo y restándole fuerza. Si, por el contrario, lo colocamos en el plano en que se apoyan sus pies, que nos muestra su fachada más decorada, la cabeza vuelta hacia atrás nos oculta la cara.


Si lo colocamos en la espalda, soberbiamente modelada, no vemos la cara, tenemos en primer plano unos calzoncillos, mientras el arco y las flechas se dirigen en escorzo a nuestros ojos. La pose no tiene sentido alguno.



Para tratar de armonizar tal desequilibrio, he entonado mi pieza en colores cálidos, usando el rojo en múltiples matices, como tono unificador. Algunos elementos en azul, verde o blanco, sirven para dar variedad y contraste al conjunto.
Mirad cómo este tipo la ha armonizado en negro.

He prescindido de los tatuajes corporales con los que se le suele adornar, pues considero que hubiera perdido el efecto equilibrador que pretendía lograr con la armonía de rojos, y hubiera distorsionado el magnífico modelado de la musculatura al descubierto, que es uno de los encantos de esta pieza. Así, cuando la observamos de espaldas o desde el lado del brazo herido, el tono uniforme de la piel nos sirve como zona de descanso visual y claro separador entre elementos.


En fin, la pinté y quedé satisfecho. La pieza es clásica, original, atractiva y se presta a miles de variantes.
No me oiréis decir que es buena pero, desde luego, merece la pena.

lunes, 22 de marzo de 2010

Guerrero celta S. IV a.C. en 75mm.


Me encargaron pintar esta pieza tal y como se muestra en la ilustración de la caja, cuestión que a veces puede resultar un alivio y otras un aburrimiento. Un alivio si la pieza se presta a múltiples interpretaciones, ya que copiar de la foto te evita el trabajo de buscar y contrastar documentación, y un aburrimiento si no es la primera vez que la pintas y has de repetir la faena.
Por suerte, aunque esta pieza lleva ya cierto tiempo en el catálogo de Pegaso Models yo no la había pintado antes, así que disfruté de la novedad y además me ahorré el buscar documentación.

Benoit Cauchies es un escultor bastante naturalista y eso a veces es un problema. Hay que tener en cuenta que las figuritas, más que una representación fiel de la realidad o de un momento concreto de esta, han de ser arquetipos, con poses que nos transmitan una idea global del ambiente y la época en que se movía el personaje representado. No pocas veces, por lograr una pose dinámica o unos detalles muy concretos, se descuida este aspecto. Tampoco hay que olvidar la cualidad de objeto decorativo que debe poseer toda miniatura, claro.

A mi entender, esta vez Benoit a cubierto suficientemente los dos objetivos:
La figura representa fielmente la idea del celta centroeuropeo, alto, robusto, de largas trenzas y bigote rubios, y la pose, taciturna y espectante, e incluso el escaso terreno que se aporta, lo sitúan en su entorno natural propio.
Además con la pintura se añaden detalles característicos como el ajedrezado del escudo, el original estandarte de bronce, el dibujo del astil, la decoración de las armas o la capa cuadriculada, precursora de los tartanes, que, además de definir su pertenencia a una cultura concreta, la dotan de una vistosidad que la convierte en un objeto decorativo de primer orden.

A continuación unas fotos de cómo la resolví.





Lamento que algunas fotos estén desenfocadas y que no pueda aportar las del proceso... ¡Tenía muchas más pero las borré por error!

No puedo decir que sea cómoda de pintar, los ajedrezados, tartanes y líneas del tejido son trabajosos, pero el resultado me convenció plenamente.
Es una figura que recomiendo por original, vistosa, y por el aspecto monumental que adquiere una vez pintada.