Para la fase de pintura era importante concretar la identidad del personaje y, una vez fijada, buscar documentación gráfica relativa a él. Los elementos aportados en la fase anterior, lanza y plumas características, determinaban sin duda esta identidad: Se trataba de Lu Bu.
Se puede encontrar alguna
documentación gráfica antigua sobre el personaje pero, desgraciadamente, se trata de ilustraciones sin colorear. En Internet hay abundante versiones gráficas de él, ha sido protagonista de videojuegos, juguetes, figuras, cartas de colección, y también aparece en varias películas chinas. Salvo unos pocos elementos comunes, los colores de la vestimenta son distintos en todos esos ejemplos. Con estos antecedentes decidí crear mi propia versión de Lu Bu, decorándolo ricamente, no en vano era un señor de la guerra, tomando elementos de las artes decorativas chinas de la época.
Para probar la entonación general realicé algunas pruebas de color. Luego concreté los tonos a utilizar en el boceto que muestro a continuación:
Como puede observarse hay tres colores predominantes: el rojo, el azul y el verde, y también ocupa gran espacio el cuero granate de las protecciones. En este boceto también definí los motivos de los estampados, basándome en referencias de la época.
Con esa imagen como guía, me puse a trabajar sobre la figura. Realicé la imprimación con mi habitual esmalte gris mate y comencé a cubrir las primeras superficies con acrílicos Modelcolor.
La aplicación de la pintura y las técnicas de subidas de luces ya han sido
descritas en otras entradas así que no me extenderé en ellas, aunque sí mostraré algunas fotos del proceso.
Primeros tonos y subidas de luces en grandes superficies.
Pintura de nuevos elementos y primeros estampados.
La pintura del terreno está muy avanzada pues la uso como desahogo del tedio de las anteriores tareas.
Continúo con nuevos estampados y luces y sombras en los metales. Aproximadamente tres días de trabajo.
En esta vista posterior se puede observar el motivo decorativo que también se repite en el faldón delantero; se trata de la síntesis de un escarabajo tomada de láminas de la época. También puede verse el relicario decorado y sujeto con cintas de seda, así como la fijación, también de cintas, de la espada.
En esta se observa la figura ya terminada, los estampados en forma de crisantemo de la túnica la completan, y se le han añadido las plumas, la lanza y los colgantes decorativos de las armas.
Detalle de la pintura del rostro.
Una imagen completa de la pieza terminada.
En esta pueden verse claramente los elementos añadidos para completar el terreno. Como se encuentra en las riberas de una charca, decidí añadir unas cañas de bambú tras la figura, que la sitúan en ese ambiente y le sirven como fondo y marco visual. Se trata bambú auténtico, ya que los extremos de los brotes de esta planta tienen ya definidos los nudos y la forma de la caña adulta, como si fuesen una reproducción a escala. Tan sólo tuve que pintarlos adecuadamente. Completé la vegetación con líquenes de modelismo y algo de hierba estática.
El brillo del agua estancada se obtuvo con una mezcla de barniz brillante y satinado, extendiéndolo en varias capas hasta obtener el efecto deseado. Ya sólo restaba ajustarla a su peana definitiva.
La figura en su peana definitiva.
Sabréis por las entradas anteriores que se encargaron un molde de la pieza y varias copias en metal blanco, lo que ha posibilitado que se realicen versiones de ella, como la de mi amigo Aitor Eguibar, reputado modelista al que debo gran parte de lo que sé sobre este trabajo.
Impresionante transformación de la figura para convertirla en Guan Sheng, otro mítico guerrero chino. Pueden observarse las diferencias en el arma, el casco y otros pertrechos, y el añadido de la capa de leopardo.
La gruesa capa de nieve y los colores oscuros y fríos transmiten perfectamente la atmósfera invernal. Es de destacar el hallazgo escénico de las enormes cañas de bambú: Sirven como freno visual, prolongan la escena en una insólita dimensión vertical y además su verdor fresco e intenso contrasta con los tonos neutros de la figura y rompe la monotonía cromática de la nieve.
Aquí se aprecian perfectamente las diferencias entre ambas piezas.
La pintura de esta pieza fue una tarea larga dado su gran tamaño, sus numerosos elementos, y la profusión de estampados que la adornan, y la realicé aproximadamente en seis días. Se expuso para su venta en el escaparate de la
juguetería Antón, en la Parte Vieja Donostiarra y fue objeto de un artículo con entrevista que mostré en
una entrada anterior.
La figura en el escaparate de Antón, rodeada de otras miniaturas.
La pieza ya se vendió y actualmente me encuentro realizando otra versión.
Con esta tercera parte concluye el artículo dedicado al proceso completo de creación de esta obra. Podéis consultar cualquier duda en los comentarios o en la dirección de contacto que encontraréis en el blog.